Las hermanas testimonian
Es con alegría que las hermanas de la Congregación comparten su testimonio personal como Dominicas Misioneras Adoratrices.
Hermana Madeleine Dubé, ¡nuestra hermana autora compositora!
Estoy llamada a vivir una espiritualidad centrada sobre el Amor de Jesús dándose sin cesar en la Eucaristía. Pido que por Él, con Él y en Él, mi vida sea un don de amor incesante. [...]
Creo sinceramente que la verdadera dicha está en el cumplimiento de la Voluntad de Dios que se manifiesta de diferentes maneras a menudo no esperadas e imprevistas.
Hermana Deolinda Palomino, peruana;
Cuando tenía 8 años, recuerdo muy bien le dije a mi mamá y a mi madrina que yo iba a ser religiosa, de donde me vino eso? no podría decirlo [...] había algo en mi corazón que no me dejaba tranquila, con todo lo que aprendía en la catequesis.
Hermama Normande Carrier;
La adoración, el estudio de la Palabra de Dios, el trabajo, la oración marial, la vida comunitaria, el apostolado, todo respondía a las aspiraciones las más profundas de mi corazón.
Hermana Françoise Lemieux, del grupo « las Primeras »;
Todo comienza con un encuentro. Estoy en presencia de la fundadora, Juliana Dallaire, cuya persona me habla de Dios y del amor de Jesús que se hace como tangible en su persona.
Hermana Élisabeth Huot;
Es después de este encuentro, y especialmente en el curso de una celebración eucarística, que sentí interiormente el deseo de ser toda a Jesús. Cantábamos en ese momento: « Oh Jesús te adoro, yo te doy mi vida, te amo tanto. » Llegó a ser claro para mí que yo sería religiosa…
Hermana Lise, una misionera en Perú;
¿Cuáles fueron los momentos los más felices de mi vida religiosa? Ciertamente los primeros años de vida misionera en Perú. Responder a la llamada de la Iglesia que pedía misioneros para América Latina e insertarme en un lugar pobre respondía a mis aspiraciones. He buscado a ser presencia de amor y de esperanza...
Hermana Juliette, antigua misionera del Oeste canadiense;
Poco importa el lugar donde estoy y la tarea que me es confiada, pues lo creo, unida a la ofrenda de Cristo en la Eucaristía estoy en todo instante en misión y puedo, con El, llevar los sufrimientos y las esperanzas del mundo entero sedientos de salvación. Es lo que me hace vivir y me da una alegría profunda hoy.
Hermana Lucienne, nuestra hermana mayor;
Alegría de decir a todos mis hermanos y hermanas que Cristo nos amó hasta el fin, que su Sacrificio realizado una vez, él lo perpetúa en un Acto de amor que no tiene fin. Alegría de impulsar a todos mis hermanos y hermanas a ofrecer su vida en unión con Cristo ofreciéndose al Padre.
Hermana Judith Giroux;
Vida recibida de un Dios loco de amor y vida vuelta a dar por amor a este Dios y a la humanidad: he ahí el dinamismo central que me anima.
Hermana Isabel Normand
[...] me reconcí en esta espiritualidad eucarística, en esta vida a la vez contemplativa y activa. Vida de adoración y de ofrenda. Vida dominicana, fraternal, simple y alegre. Vida misionera centrada en el anuncio del Amor de Jesús haciéndose eucaristía.