Sobre
¿Quienes somos?
Somos una comunidad religiosa agregada a la Orden de Predicadores. En tanto que hijas de santo Domingo, apóstol incansable de la Verdad, estamos llamadas a alimentarnos de la Palabra de Dios para vivirla y anunciarla a nuestros hermanos y hermanas, hambrientas como nosotras, de Dios.
Nuestra congregación, fundada por Madre Juliana del Rosario, está especialmente consagrada al Corazón Eucarístico de Jesús y a su misión de dar al Padre adoradores en espíritu y en verdad. En efecto, por el don de él mismo por amor, Jesús « Luz verdadera » y « Amor hasta el fin » quiere, por su Eucaristía, llevarnos en su ofrenda adoratriz al Padre asociándonos a su misión de salvación.
Es por eso, en nuestra familia, espiritualidad y misión están profundamente vinculadas.
Nuestra espiritualidad y nuestra misión
En el corazón de la Iglesia, nuestra espiritualidad y nuestra misión nos centran en el Corazón de Cristo dándonos la Eucaristía en la tarde del Jueves santo cuando él inventa el medio de darse como alimento y de permanecer en medio de nosotros. Estamos llamadas a vivir de su vida y de trabajar con él para dar al Padre los adoradores en espíritu y en verdad que él busca (cf. Jn 4, 23).
Con un deseo de vivir intensamente nuestro bautismo, queremos, a ejemplo de Madre Juliana del Rosario, ayudar a nuestros hermanos y hermanas a vivir su vocación de bautizados y de hacer de la Eucaristía el centro de su vida.
Esta misión es vivida en el seguimiento de santo Domingo en quien la acción apostólica brota de la abundancia de la contemplación.
Con toda la Familia dominicana, estimamos bien particularmente el Rosario. Nos comprometemos a rezarlo y propagarlo a fin de que María, madre de Jesús, sea conocida y amada con él.
Nuestra misión es de transmitir el Evangelio, según las necesidades de la Iglesia y del mundo.
Ello implica:
- la educación de la fe;
- la formación y animación eucarísticas bajo diversas formas:
- catequesis, predicación, enseñanza,
- animación de grupos de jóvenes o de adultos, etc.
- así como la iniciación a la oración y a la adoración.
Ella se realiza también a través de las obras de caridad que favorizan la promoción humana y social.
Los cuatro pilares de nuestra vida
La vida fraternal
Nuestro proyecto de vida es en primer lugar fundado sobre nuestro « estar- juntas ». La vida comunitaria vivida en la sencillez, la alegría y el afecto fraterno, es nuestro primer lugar de comunión y de misión.
La vida de oración
La celebración de la liturgia – Eucaristía y liturgia de las Horas – es el corazón de cada una de nuestras jornadas. Tomamos igualmente un tiempo de adoración delante del Santísimo expuesto. En y por el Corazón de Cristo, adoramos al Padre y toda la Trinidad en nombre de la Iglesia y del mundo. Llevamos en nuestra oración nuestras hermanas y nuestros hermanos de la humanidad entera con sus alegrías, sus penas y sus esperanzas.
El estudio
El estudio es un elemento importante en nuestra vida; él alimenta nuestra contemplación y nuestra actividad apostólica. Nos formamos al estudio de la Palabra de Dios para contemplar el misterio de salvación, vivirlo y hacerlo conocer a nuestros hermanos y hermanas en búsqueda de luz.
La misión
Alentadas por el Amor que se da, juntas, ejercemos diversas actividades apostólicas permaneciendo a la escucha de los acontecimientos y respondiendo a las necesidades del lugar donde obramos.
Vocación
Las hermanas Dominicas Misioneras adoratrices estan consagradas al Corazón eucarístico de Jesús. Llevamos una vida conventual y apostólica, es decir, a la vez contemplativa y activa, toda centrada en la adoración.
Los orígenes de nuestra historia
La congregación de las Dominicas Misioneras Adoratrices ve el día el 30 de abril 1945, en la Ciudad de Quebec (Canadá). Esta nueva fundación nace después de una larga preparación en la vida de la fundadora, Juliana Dallaire.
Nuestra fundadora
¿Quién es Madre Juliana del Rosario? Juliana Dallaire (1911-1995) es aquella que ha fundado en 1945 la congregación de las Dominicas Misioneras Adoratrices, en Quebec (Canadá). A lo largo de toda su vida, ella no cesa de comunicar el amor de aquel a quien ella ha consagrado su vida: el Corazón Eucarístico de Jesús. Su causa de beatificación y de canonización está introducida en Roma.