Adoración y nueva evangelización
El señor Simon Ruel comparte cómo vive él la espiritualidad eucarística
En el marco de una reunión teniendo como tema “Adoración y nueva evangelización”, el señor Simon Ruel, miembro del movimiento Familias eucarísticas, comparte cómo vive él la espiritualidad eucarística. Esta reunión se llevó a cabo el 11 de marzo último en la iglesia Sainte Gertrude.
Adoración y vida cotidiana
Hoy, en el marco de una reunión de profundización, me gustaría compartir, y ello, muy humildemente, mi vivencia frente al acto de adoración, en el caminar de mi vida cristiana, como pareja y como miembro de Familias eucarísticas.
Mas específicamente en nuestro mundo que deja menos y menos el lugar a la religión, y eso en casi todas las esferas de nuestras actividades, en tanto que cristiano, ¿qué sentido podemos dar al cotidiano en el proceso de adoración?
Con esta pregunta, transportado a la espiritualidad del Corazón eucarístico de Jesús, me parece igualmente alcanzar la visión que expresaba Madre Juliana del Rosario en diciembre 1991: «… Mi sueño, es que haya sacerdotes adoradores, parroquias adoratrices, familias eucarísticas, comunidades adoratrices, generaciones de adoradores, de adoratrices. »
1-En qué consiste el acto de adoración
Reconozcamos que la actitud de adoración es fundamental para un creyente: “tu adorarás al Señor tu Dios”. Porque tenemos un cuerpo, esta adoración se expresa no solamente a través del pensamiento, pero igualmente a través de gestos.
Yo definiría la adoración eucarística como un tiempo gratuitamente dado: no vengo a pedir cualquier cosa, vengo al encuentro del Señor, como una persona feliz de encontrar a un amigo. No vengo tanto a mirarlo como a dejarme mirar, no tanto a hablarle como a escucharle: “heme aquí Señor, ¿qué quieres de mi?”
Es un encuentro: él nos espera. Suficiente de venir en toda humildad, como uno es, con nuestras fuerzas y nuestras debilidades, con nuestras alegrías y nuestras penas.
2- La celebración eucarística en tanto que fuente y cumbre del acto de adoración
En la adoración eucarística, estamos invitados a meditar la actitud de Cristo, que hace de toda su vida una ofrenda al Padre por amor de la humanidad, y lo hace libremente. Es por eso que el acto de adoración por excelencia es la misa.
La hostia nos invita a un doble movimiento: a la vez alcanzar y adorar a Cristo resucitado, glorioso cerca del Padre, pero también alcanzar al conjunto de la humanidad por quien Cristo se ha ofrecido. La adoración eucarística no puede limitarse a un acto individual: por el pan eucarístico, yo alcanzo el cuerpo todo entero de mis hermanos humanos, por quien Cristo ha muerto.
La asuididad en la participación a la misa me permite de volver a centrarme sobre lo esencial y de « cargar las baterías » para continuar, a lo largo de mis días, mis pasos favoreciendo la presencia de Cristo en mi vida. Finalmente, para mí, la misa me da el impulso necesario para cumplir la tarea de un cristiano que es de evangelizar.
Pero ¿cómo prolongar en mis jornadas y mis semanas este impulso apuntando a poner a Cristo en el centro de mi existencia?
3-Los medios concretos que me hacen vivir la adoración eucarística en el cotidiano
3.1- Ofrecerse tiempos de recogimiento
El acto de adoración siendo un encuentro con Cristo, trato de captar toda ocasión que me permita momentos de recogimiento. Por ejemplo, en la tarde antes de dormirme, tomo un tiempo para meditar. Lo mismo, todos los días cuando paseo mi perro (caminata de 30 minutos), aprovecho para meditar o también con mi esposa durante las caminatas “en ski” los fines de semana y al fin durante mis cortas caminatas de salud al mediodía en mi trabajo. Como ustedes ven, ne son las ocasiones que faltan.
3.2- Ir a buscar en la Palabra de Dios
Una otra manera de adorar consiste a orar con la Palabra de Dios, con un pasaje del evangelio. Así, en la mañana, cuando nos dirigimos al trabajo en auto, mi esposa lee la primera lectura y el evangelio del día. Allí también, ese momento favorece la toma de conciencia del mensaje evangélico en nuestras vidas y nos sigue en nuestra manera de ser y de actuar en la jornada a vivir.
3.3- Vivir los valores cristianos
Identificarnos al Corazón eucarístico, es entrar en él para tratar de captar lo que él haría para expresar corporalmente su amor: ¿qué es lo que él haría si estuviera en mi lugar? Es cuando descubro mi capacidad de hacer irradiar los valores cristianos entre mis hermanos y hermanas. Estos valores son la fe, la esperanza y la caridad. Todo ello puede encarnarse a la vez en mi lugar de trabajo y en la vida de familia.
En el trabajo, trato de ser jovial y de interesarme a lo que viven mis colegas, sin imponerme. Trato, sin imponerme, de demostrar un interés por lo que ellos son y lo que hacen. Cuando es necesario, les animo y sostengo en el plan profesional. Me informo del avance de sus mandatos, les aconsejo, reviso sus proyectos de textos, etc. Contribuyo igualmente en la campaña Centraide, (Centro de ayuda), constatando toda la suerte que tengo de estar entre personas confortables en el plano material. En fin, mi lugar de trabajo estando en la parte baja de la ciudad de Quebec, constato el estado de pobreza de la población residente. Así, frecuento regularmente a personas itinerantes y ocasionalmente les ofrezco don en dinero.
En un plan mas personal, durante mis jornadas importantes, de trabajos difíciles a realizar o de momento mas penosos, confio a la voluntad del Señor todas estas cosas para que sea hecho según su voluntad. Este gesto me libera de alguna manera y me permite de estar más sereno frente a estos hechos.
En mi vida de pareja y de familia, me doy momentos con mi esposa a fin de hacer actividades juntos que ya sea deporte, escucha de la televisión, etc. Compartimos igualmente las tareas familiares. Nuestra unión es igualmente fuertemente impregnada por el respeto del uno al otro. Las actividades en el seno de Familias eucarísticas permiten igualmente de estar juntos y de compartir nuestra fe. Con mis dos hijas, aun si son jóvenes adultas, yo y mi esposa ofrecemos todo el apoyo necesario (corrección de textos para trabajos universitarios, tareas de mantenimiento, reparaciones, ayuda financiera). Nos informamos de sus proyectos. El domingo es igualmente reservado para una cena en familia en su presencia. Yo y mi esposa sostenemos igualmente a los miembros más alejados de la familia, por ejemplo mi cuñado agricultor, habiendo hecho una bancarrota, y sus hijos, que sostenemos financieramente, en la ocasión, con donaciones en dinero.
3.4- Compartir con las parejas de Familias eucarísticas
Hacer parte del movimiento de Familias eucarísticas, que agrupa a parejas de todas las edades, que viven el sacramento del matrimonio y cuyos hijos están bautizados, es una fuente que me alimenta y me dinamiza. En efecto, frecuentar las parejas que comparten las mismas preocupaciones y valores es reconfortante y me anima a continuar en la vivencia de mi fe cristiana. Confrontados a los mismos desafíos, podemos en el marco de nuestros encuentros mensuales, profundizar con las enseñanzas y los testimonios así como a sostenernos los unos a los otros frente a los problemas que nos interpelan en tanto que cristianos. Al comenzar cada uno de los encuentros mensuales, beneficiamos igualmente de un tiempo de adoración (30 minutos) en la capilla de las Dominicas Misioneras Adoratrices y de una pausa permitiendo los intercambios entre las parejas.
3.5- Entrar en la acción de gracias
Olvidamos a menudo de dar gracias por lo que somos, por lo que tenemos. Dar gracias también por lo que nos será dado. No pasar todo el tiempo a lamentarnos o a pedir, ni a considerar lo que nos falta, pero aprender a alegrarse como un hijo de Dios.
3.6- Pedir la ayuda del Espíritu Santo
El Espíritu viene en ayuda de nuestra debilidad, pues no sabemos siempre lo que conviene de pedir en nuestras oraciones. Pero el Espíritu, él mismo intercede con gemidos que no se pueden expresar; y aquel que sondea los corazones conoce cual es la intención del Espíritu; es según Dios que él intercede en favor de los santos. Hay que pedir la ayuda del Espíritu Santo para que él sea su fuerza en la debilidad y venga a inspirar su oración.
Conclusión
Después de mas de 20 años de caminar en el seno de Familias eucarísticas, en tanto que cristiano, nos preguntamos cómo vivir nuestra fe y cumplir el rol esperado de todos nosotros, el de evangelizar.
La amplitud de esta tarea nos hace a menudo dudar y aun de cuestionarnos en nuestras convicciones las más profundas. ¿Estoy a la altura de lo que Cristo espera de mí? Me parece que no me implico suficiente. ¿Cómo hacer más? Sin embargo, en todo este caminar, descubro que lo que me es pedido no es de llegar a ser de inmediato un santo: pero de caminar hacia la santidad, con mis límites y mis debilidades. La adoración, la práctica en mi pareja y el trabajo de los valores cristianos así como la profundización en el seno de Familias eucarísticas me permite de tender a ello abandonándome a la voluntad de Dios con la fuerza del Santo Espíritu. No es un asunto de saber hacer, pero más bien de saber ser.
Al terminar, les dejo sobre una frase que, creo yo, podría resumir la esencia de mi testimonio: ¡la santidad no es un camino; ella está en camino!
Simon Ruel, miembro del movimiento Familias eucarísticas