Hermana Elizabeth Huot

Es que Jesús me ha escogido y conducido en esta comunidad.

¿Por qué entré en las Dominicas Misioneras Adoratrices? Es que Jesús me ha escogido y conducido en esta comunidad. Aunque habiendo crecido en una familia cristiana de convicciones religiosas profundas, no pensaba de ninguna manera llegar a ser religiosa. Sin embargo, el matrimonio no me atraía tampoco, aun si he visto mis cinco hermanas seguir este camino. De hecho, me sentía diferente de las otras, tímida y con poca confianza en mí misma y temerosa frente al porvenir, aunque realizaba exitosamente mis estudios y los diversos compromisos de mi adolescencia. Yo buscaba un sentido a mi vida, a la vida simplemente…

Jesús y María eran importantes para mí, nunca dudé de su presencia. Pero esta relación tenía que profundizarse y es lo que logré expresar lo mejor que pude durante un encuentro con un sacerdote de mi parroquia cuando tenía 19 años: Conocer mejor Jesús para amarlo mejor.

Es después de este encuentro, y especialmente en el curso de una celebración eucarística, que sentí interiormente el deseo de ser toda a Jesús. Cantábamos en ese momento: « Oh Jesús te adoro, yo te doy mi vida, te amo tanto. » Llegó a ser claro para mí que yo sería religiosa… ¿dónde?, no lo sabía aún, pero era una certeza interior.

He compartido esta experiencia con el sacerdote que había encontrado antes y es él que me hizo conocer la comunidad de las Dominicas Misioneras Adoratrices. Jesús conocía mi timidez… ¡yo no hubiera tenido la valentía de partir en búsqueda de una comunidad! ¡Él tuvo piedad de mí y me ha conducido enseguida a aquella que Él quería para mí! Efectivamente, desde la primera visita, me he sentido bien y confortable con la espiritualidad que respondía a mis aspiraciones: adoración, silencio, vida fraternal alegre, amor de la Virgen María, etc.… y después de varias experiencias de convivencia allí, entré un año mas tarde, ¡como lo había intuido!

Poco a poco he profundizado esta espiritualidad que es una vida de unión a Dios, de vida de intimidad con Jesús que da su vida por amor por nosotros, especialmente en la Eucaristía, donde el acento está sobre el ser y no sobre el hacer. Y continúo todavía hoy, treinta años mas tarde, a profundizar este amor inmenso con el cual Jesús se da en la Eucaristía, a unirme a él más y más: ¡nunca está terminado! Y ello se expresa concretamente en la vida comunitaria y fraterna o en los compromisos apostólicos, donde las ocasiones no faltan de probar mi amor por Jesús. Y María tiene también un lugar muy importante en mi vida (y en la de la comunidad), es ella que me conduce a Jesús. En resumen, soy feliz más y más, mi sed y mi hambre de Jesús no cesan de crecer. Yo buscaba un sentido a mi vida, lo he encontrado en Jesús que es la Fuente de mi vida, que da sentido a todo lo que hago y vivo, que me ayuda a hacer la voluntad del Padre como Él, para la gloria de la Trinidad y la salvación del mundo.

 

Hna. Elisabeth Huot, o.p., Agosto de 2015

Hermana Élisabeth nos comparte los guiños del Papa Juan Pablo II en su historia de vocación

entrevista en ecdq.tv in francés (2011)