Tenso como una flecha (la oración de imploración)

5 de agosto – Día 7

 

Se le veía a menudo también levantarse de toda su talla hacia el cielo, a la manera de una flecha que un arco bien tenso hubiera lanzado derecho en el azur. Él elevaba por encima de la cabeza las manos fuertemente tendidas, juntas la una contra la otra, o ligeramente abiertas como para recibir alguna cosa del cielo. Se cree  que era entonces objeto de un aumento de gracia y que, ajeno de él mismo, obtenía de Dios, para la orden de la cual había levantado los fundamentos, los dones del Santo Espíritu; para él mismo y por los hermanos, un poco de la suavidad delectable que se encuentra en los actos de las bienaventuranzas y que hace que se estime feliz en los rigores de la pobreza, la amargura del dolor, la violencia de la persecución, el hambre y la sed de la justicia, los …

de la misericordia, y que nos mantenemos en un dichoso fervor, por la observancia de los preceptos y la práctica de los consejos evangélicos.

En esos momentos, el santo padre parecía entrar como a escondidas en el Santo de los Santos, y hasta el tercer cielo. (…) Por su palabra y su ejemplo, no cesaba de enseñar a los hermanos a orar de la misma manera…

 

Con Domingo que oraba el cuerpo tendido hacia ti como una flecha, te imploramos, Señor : que como verdaderos hijos e hijas de santo Domingo vivamos más intensamente de la alegría del Evangelio en el corazón de la Iglesia y del mundo.

Que en primer lugar, nuestro corazón permanezca tendido constantemente hacia ti, pues tu eres Dios. Sabemos que sin ti, nuestros esfuerzos son vanos. Haz fecunda nuestra oración. ¡Que reconozcamos las gracias que tu nos das, que te demos gracias por ellas! Y danos de acogerlas y de hacerlas fructificar, por tu gloria.

Oración del Jubileo

Dies Natalis Sancti Dominici

 

Oh Dios, nuestro Creador, Redentor y Paráclito, unidos en oración, te presentamos nuestra alabanza, nuestra bendición y nuestra predicación.

Hace ochocientos años, llamaste a santo Domingo a entrar en la vida eterna y a reunirse contigo en la mesa del cielo.

En la celebración de este Jubileo, aliméntanos y llénanos de tu gracia para que podamos realizar nuestra misión de predicar el Evangelio para la salvación de las almas.

Ayúdanos a nutrir a tu pueblo con tu Verdad, tu Misericordia y tu Amor, hasta aquel día prometido en que nos reunirás a todos, junto a los bienaventurados.

Te lo pedimos como Familia Dominicana, por la intercesión de María, en el nombre de Jesús. Amén.