Adoración
Madre Juliana del Rosario nos explica ella misma cómo podemos llegar a se adoradores, adoratrices del Padre « en espíritu y en verdad » (Jn 4, 24) en y por el Corazón Eucarístico de Jesús.
El Corazón Eucarístico de Jesús nos ama con un amor extremo
« Un cuerpo, es para expresar los sentimientos del alma, es para expresar el amor. ‘Tu me has dado un cuerpo’ (He 10,5); toda la vida de Cristo se ha desarrollado como ello, con expresiones corporales de amor: su trabajo, sus carreras apostólicas, sus milagros y al fin sus sufrimientos; y la cumbre de la expresión [de su amor], es [el don de él mismo sobre] la cruz.»
« Pero este don de su cuerpo y de su sangre no está terminado. Este don del Viernes santo, el Salvador nos lo dio el Jueves santo; él anticipó su sacrificio. ¿Por qué? Para que perpetuamente sobre la tierra, haya este sacrificio que glorifica infinitamente a su Padre. Para que haya también el don de su cuerpo y de su sangre a cada uno de sus discípulos; para que nos encuentre cuerpo a cuerpo, para que haya continuamente en la historia de la salvación, en la Iglesia, la expresión corporal de su amor: “Este es mi cuerpo entregado, esta es mi sangre derramada”. Se escuchará [estas palabras] hasta el fin de los tiempos; y ¡qué cuerpo, qué sangre! Hay que entrar en el espíritu de Cristo, en su Corazón que se hace Eucaristía, para comprender el “Este es mi cuerpo, esta es mi sangre”».
« iSi no hay más sufrimiento físico porque Cristo resucitado no muere más, sin embargo es su cuerpo y su sangre que él nos da, siempre para expresarnos su amor, siempre para gritarnos su amor, es entonces un acto de amor continuo y ello se explica : Dios es amor y Cristo es Dios; su vida, es entonces un acto de amor. »
(17 de abril 1973)
El Corazón Eucarístico de Jesús espera nuestra respuesta de amor
« Todos los bautizados tienen como obligación de vivir este amor; son incorporados a Cristo, hacen cuerpo con él. Somos el cuerpo de Cristo, somos la sangre de Cristo y debemos expresar corporalmente nuestro amor en tanto que bautizados.»
« Es por la gloria de su Padre y la salvación del mundo que Cristo ha expresado su amor por sus sufrimientos, por el don de su cuerpo y de su sangre. En su seguimiento, debemos aprovechar de todo para expresar corporalmente en nuestra carne, que amamos a Dios Padre, a Cristo, la Iglesia, nuestros hermanos, nuestras hermanas; que somos en el cuerpo místico elementos de unidad, elementos de salvación.»
« Identificarnos al Corazón Eucarístico, es entrar en él para tratar de captar lo que haría para expresar corporalmente su amor, expresarla en la Iglesia, expresarla a sus hermanos. ¿Qué es lo que haría, si estuviera en mi lugar? Para expresar su amor a su Padre, aceptaría su voluntad: “Heme aquí, para hacer tu voluntad (He 10,7). Con este cuerpo que me has dado, voy hacer tu voluntad, Padre. Voy a expresar ésto: lo que tu quieres, lo quiero y en el amor”».
« Expresar nuestro amor por una adhesión perfecta a la voluntad de Dios en todos los detalles de nuestra vida, es identificarse al Corazón Eucarístico. Hacerlo con los mismos sentimientos que él, es significar a Dios que lo amamos; y cuando se toca la caridad fraterna, las relaciones con nuestros semejantes es decirles el amor de Cristo por ellos. Cuando entramos en relación con los otros, es lo que debemos expresar por la delicadeza de expresión, por el don de sí hasta el sacrificio. El sacrificio, es una palabra que quiere decir mucho; no quiere decir necesariamente sufrimiento, quiere decir amor. »
(17 de abril 1973)
El Corazón Eucarístico de Jesús nos arroja en el Corazón del Padre
« El Corazón Eucarístico, es Cristo que rinde homenaje a la Trinidad, que ofrece a la Trinidad todos sus misterios: su Encarnación que se perpetúa, la Redención cuyos méritos son aplicados sin cesar a las almas individualmente. El día de la Redención, el Viernes santo, la salvación es aplicada a la humanidad en general; pero el Jueves santo, por la comunión, era la salvación ofrecida individualmente. Es el bautismo que nos salva; pero somos bautizados para la Eucaristía, para un encuentro íntimo con el Señor. Es la Eucaristía que viene hacer su trabajo en nuestros corazones: trabajo de redención, trabajo de salvación. »
« La Eucaristía nos viene del Corazón de Cristo. Es Jesús rindiendo homenaje a la Trinidad y dándose para que entremos en su Corazón, que nos penetremos de sus sentimientos, que intercambiemos con él nuestros pensamientos, nuestros sentimientos, nuestra vida, para vivir de su vida. A esta espiritualidad, está llamada toda una generación de almas. La Eucaristía es la síntesis de todo el misterio cristiano, de todos los misterios de nuestra fe. »
(5 de julio 1972.)
Adoremos al Padre por el Corazón Eucarístico de Jesús
« Cristo ha venido sobre la tierra para salvarnos y nuestra salvación está en la adoración. Somos salvados por la preciosa sangre de Cristo, por su muerte; pero ¿qué es la muerte de Cristo? Es un sacrificio de adoración, de alabanza a Dios su Padre y a la Trinidad. Somos salvados llegando a ser en él adoradores.»
« Toda la Iglesia es adoratriz; todo fiel, todo bautizado en estado de gracia adora en Cristo. Pero en ese gran concierto de alabanza que Cristo de la Eucaristía ofrece a su Padre y a la Trinidad, hay quienes realizan actos de adoración muy personales. Hay quienes son particularmente adoradores porque se detienen, en ciertos momentos de su vida, para unirse al sacrificio de Cristo; y ellos se unen allí de manera muy particular en el momento de la celebración eucarística. Aquellos realizan actos de adoración en espíritu y en verdad con Cristo que perpetúa su sacrificio del Calvario. Y aquellos que lo hacen habitualmente, aquellos que se sirven de circunstancias más o menos penosas y aún alegres de su vida para unirse a Cristo que se ofrece, aquellos llegan a ser hostias de adoración y de alabanza, porque hacen de su vida un sacrificio de adoración y de alabanza con Cristo. Toda la Iglesia es adoratriz en espíritu y en verdad en Cristo.»
(28 de marzo 1973.)
En el atardecer de su vida, Madre Juliana del Rosario resume su mensaje
« Nuestro Señor quiere atraer la atención sobre su Corazón en acto de amor, en acto de don de él mismo desde el Jueves santo. [...] Es todo el Evangelio, como en síntesis, que es actualizado y difundido en el gesto eucarístico siempre idéntico, siempre nuevo, siempre fecundo: acto de amor que produce sin cesar el mismo misterio, el del ‘cuerpo entregado y de la sangre derramada por la multitud’, de un extremo al otro del mundo y hasta el final de los tiempos ».
(Agosto 1992)