La oración de las postraciones

31 de julio – Día 2

 

A menudo también el beato Domingo oraba enteramente extendido la cara contra la tierra. Entretenía entonces en su corazón verdaderos sentimientos de (dolor por sus faltas). Se recordaba las enseñanzas de las divinas Escrituras, pronunciando a veces, a voz bastante alta para ser escuchado, esta palabra del santo Evangelio: « Dios mío, ten piedad de mí que soy un pecador » (Lc, 17, 13). Piadosamente y con un temor respetuoso, repetía este versículo de David: « Pues mi falta yo bien la conozco y mi pecado está siempre ante mí » (Sal 50, 5) Entonces él lloraba y exhalaba grandes gemidos. (…) Exhortaba también a los más jóvenes en estos términos: « Si no pueden llorar sus pecados porque no los tienen, piensen en el gran número de pecadores que pueden estar preparados a la misericordia y a la caridad. Para ellos los profetas y los apóstoles han dirigido al cielo sus gemidos; por ellos también Jesús, que les ha penetrado con su mirada, lloró dolorosamente. »

Con Domingo extendido sobre la tierra en signo de penitencia, te imploramos, Señor: perdona a la humanidad sus egoísmos de todo tipo y su orgullo temible que hechan a perder su primera belleza. Da a todos la gracia de la caridad que rehace nueva toda cosa. Devuélvenos la vida, nuestra alma esta pegada a la tierra, ten piedad de nosotros. Te hemos ofendido, tú el Dios que nos amas y que amamos. Enrojecemos de verguenza por nuestro pecado. Y nuestro corazón llora dulcemente… porque te hemos traicionado, y que tú perdonas en tu grande misericordia, en tu amor infinito. Queremos dejar ir toda apariencia, y arrojarnos por tierra a tus pies, pues somos culpables, y tenemos confianza en tí.

Oración del Jubileo

Dies Natalis Sancti Dominici

 

Oh Dios, nuestro Creador, Redentor y Paráclito, unidos en oración, te presentamos nuestra alabanza, nuestra bendición y nuestra predicación.

Hace ochocientos años, llamaste a santo Domingo a entrar en la vida eterna y a reunirse contigo en la mesa del cielo.

En la celebración de este Jubileo, aliméntanos y llénanos de tu gracia para que podamos realizar nuestra misión de predicar el Evangelio para la salvación de las almas.

Ayúdanos a nutrir a tu pueblo con tu Verdad, tu Misericordia y tu Amor, hasta aquel día prometido en que nos reunirás a todos, junto a los bienaventurados.

Te lo pedimos como Familia Dominicana, por la intercesión de María, en el nombre de Jesús. Amén.