He aquí el homenaje presentado por s. Marlaine Lalancette, Priora General, en el funeral de nuestra querida hermana Cécile Lambert, el viernes 1 de diciembre. He aquí una breve reseña de la vida de nuestra querida hermana, que ilustra el don único que fue para el mundo, para su comunidad y para los niños a los que enseñó.
Es en nombre de todas mis hermanas que rindo homenaje a nuestra querida hermana Cécile Lambert, dejando surgir de mi corazón un canto de acción de gracias a Dios por su obra en su vida de bautizada, de hija predilecta del Padre, y en su vida consagrada al Corazón Eucarístico, de Dominica Misionera Adoratriz.
Cécile nació el 7 de julio de 1933, la primera de tres niñas, después de cinco varones. Sus padres, Eva Frechette y Philippe Lambert, eran cristianos fervientes que iban a misa incluso entre semana, cuando sus obligaciones oficiales se lo permitían. Son ejemplos de caridad y devoción. Su familia es profundamente religiosa y unida, pero les esperan grandes pruebas. En primer lugar, la muerte de su padre, Philippe Lambert, a la edad de 33 años, el 19 de febrero de 1936, cuando la pequeña Cécile sólo tenía dos años y medio. Su madre tuvo que criar sola a ocho hijos. Pero el 31 de octubre de 1944, a la edad de 39 años, ella también murió.
Sin embargo, la Divina Providencia, toda paternal, vela por cada uno de los hijos, que, a pesar de la separación y la distancia, forman lazos que los mantienen cerca unos de otros. Y no cabe duda de que los padres, desde lo alto, interceden por cada uno de ellos.
Cécile estudia en el colegio Légaré de Beauport, bajo la dirección de las religiosas de la Congregación de Nuestra Señora. En 1946, ingresa como interna en el orfanato de Youville, donde permanece cuatro años. Guarda muy buenos recuerdos de las Hermanas de la Caridad de Quebec. Durante una visita de su tía Juliette, que pertenecía a esta comunidad, Cécile quedó impresionada por esta religiosa.
Poco después, se entera de la fundación de una comunidad en una casa de la Avenida del Molino; en 1952, con ocasión de la bendición del nuevo convento de las hermanas, da sus primeros pasos y deja que el tiempo madure su SI al Señor. En junio de 1956, escribe para solicitar su ingreso, que tiene lugar el 2 de agosto de 1956; es acogida por Madre Juliana del Rosario, fundadora de la Congregación. El 2 de febrero de 1957, toma el hábito y recibe el nombre de hermana Cécile de la Eucaristía. El 2 de febrero de 1959 emite los votos temporales y el 2 de febrero de 1962 los perpetuos.
Tras su primera profesión, nuestra hermana Cécile de Eucaristía trabajó en la secretaría general como "secretaria adjunta". Ponía un cuidado sin igual para ofrecer un rendimiento perfecto. Después de seis años en la secretaría, Madre Juliana del Rosario le ofreció la posibilidad de estudiar para ser maestra.
Septiembre de 1967: se abren las puertas de la Escuela Mons. Robert. Nuestra hermana enseñó en los grados 2º y 6º, experimentando con todos los niveles; finalmente, se inclinó por el grado 3º. Como profesora, sor Cécile fue desarrollando poco a poco sus talentos de pedagoga experta y de educadora notable. No siempre fue fácil, porque tenía grandes ideales y, como dijo uno de sus colegas, veía a sus alumnos no sólo como mentes que llenar, sino como personas a las que formar en todos los sentidos, para que se convirtieran en adultos responsables y comprometidos. Y, créanme, esto no significa prescindir de valores tradicionales que siempre tendrán su lugar en la vida, como la disciplina, el trabajo duro y la cortesía.
Lleva 24 años en este puesto y nunca se desanimó: puntual y siempre dispuesta a mejorar sus habilidades y a mantenerse al día de los nuevos métodos de enseñanza. También debemos mencionar su amor por la belleza, su amplitud de miras, su amor por la belleza y su habilidad para la costura. Creo que el tejido, la costura, el bordado, el punto cruz y los puntos anudados aún no han acabado con su paciencia. ¡Lo vemos en el recreo!
Pero también le gustaba estar al día de la actualidad municipal, regional, nacional e internacional. Tenía un agudo sentido de la política.
Además, la Hermana Cécile siempre ha amado la naturaleza: ¡basta pensar en todas las plantas que ha cultivado y con las que ha adornado su aula! Y luego estaba la hermosa música: le encantaba asistir de vez en cuando a un buen concierto, ¡a veces incluso a la Ópera!
Otra cosa que me llamó la atención de ella fue su sentido del humor: ¡se reía en silencio, casi con los ojos cerrados, antes de contárnoslo!
En 1991, fue retirada de la escuela Mons. Robert para asumir una nueva tarea: ayudar a nuestra ecónoma general en su trabajo de contabilidad. Durante 17 años, calculó millones de cifras 5 días a la semana. ¡Y con qué preocupación por la perfección llevó a cabo esta tarea!
Su trabajo diario, sea cual sea, lo ofrece con un corazón apostólico. Sólo Dios sabe cuántos de sus hermanos y hermanas de todo el mundo se han beneficiado de su apoyo generoso y lleno de oración.
También, nuestra hermana destaca por su ALMA DOMINICANA, hambrienta de la luz de la verdad. Su amor por la Verdad se refleja en su constante búsqueda de la palabra adecuada, la expresión correcta... Su diccionario se utiliza a menudo para este fin. Tiene un gran apego a nuestro Beato Padre Domingo. ¿Quizás su nombre le infundió los sentimientos de la Beata Cecilia hacia Domingo? Toda la vida dominicana está en su corazón.
Además, la hermana Cécile, consagrada al Corazón Eucarístico, lo manifiesta por su entrega total a Él, que se hace Sacramento de nuestros altares. A la luz de las enseñanzas de nuestra Madre Fundadora, desea siempre hacer crecer en su alma el amor de la Hostia, para convertirse en la Hostia del Amor, a la manera discreta de Aquel que en la Eucaristía ama decirle en el fondo de su corazón: "Tú eres mi amada, mi Cécile, si haces lo que te mando: amaos los unos a los otros. Aprende de mí que soy manso y humilde de corazón". Así cultivó la bondad, la dulzura y la delicadeza en la caridad.
Finalmente, el 19 de enero de 2011, tuvo que dejar su querido Cenáculo por la Enfermería Intercomunitaria Agustinas, debido a una grave enfermedad. Durante estos casi 13 años, sor Cécile vivió los misterios dolorosos de su vida en el don cotidiano de sí misma, en el sufrimiento; se moldeó al ritmo del Corazón Eucarístico, hasta dejarse llevar "por Él, con Él y en Él" en su misterio de Amor, la mañana del 24 de noviembre 2023. Agradecemos a las hermanas Agustinas y al personal de enfermería los buenos cuidados que le han dispensado a lo largo de estos años.
Queridísima hermana Cécile, gracias por tu vida, entregada, ofrecida, unida a la de Jesús. Has cumplido con amor y fidelidad la misión que se te confió. Ahora, contigo, nos dirigimos a nuestro único Tesoro, el Corazón Eucarístico de Jesús, y le pedimos que te asocie a su resurrección, dándote en el Espíritu Santo la alegría de vivir en su Amor eterno.
Marlaine Lalancette, o.p.
Priora General
Viernes, el 1ro diciembre 2023