En el principio...

 

Una larga preparación

La Congregación de las Dominicas Misioneras Adoratrices nace el 30 de abril 1945, en Canadá, en la Ciudad de Québec, distrito de Beauport. Esta nueva fundación nace después de una larga preparación en la vida de la fundadora, Juliana Dallaire. Desde su infancia, Juliana recibe gracias eucarísticas muy especiales. Estos toques sucesivos de la acción de Dios en su vida, así como los acontecimientos desconcertantes, la conducirán a descubrir su vocación particular.

El viraje decisivo: 1941-1945

Es en el curso de una grande prueba, en el año 1941, Juliana de 29 años de edad, que se inicia un viraje decisivo. La congregación de las Dominicas del Niño Jesús donde ella había entrado el año precedente, se ve en la obligación de despedirla por causa de salud. Era su tercer intento fallido de vida religiosa. Sin embargo, ella pensaba sinceramente haber encontrado allí su comunidad, pues ella se sentía verdaderamente hija de santo Domingo.

A su edad, ella no tiene ninguna chance de ser admitida en una congregación religiosa. Es la noche la más completa. Juliana cree entonces haberse equivocado sobre su vocación y se pregunta si su vida no ha sido hasta entonces más que un “tejido de ilusiones”. Ella renuncia entonces con dolor a su deseo de llegar a ser religiosa.

En esta tormenta interior, Dios sin embargo vela y pronto, confirmará no solamente su llamada a la vida religiosa, pero le revelará su carisma de fundadora.

Encuentros providenciales

Este tiempo de prueba permite, el 26 de enero 1941, el encuentro con un sacerdote, el canónigo Cyrille Labrecque, que ayudará a Juliana no solamente a poner a la luz los designios misteriosos de Dios, pero también a realizarlos. El reconoce en ella la autenticidad de su vida de unión a Dios y de sus experiencias místicas.

El 16 de noviembre 1942, Juliana encuentra a una joven, Colette Brousseau, que, ella también, ha debido renunciar a su deseo de ser religiosa por causa de una enfermedad grave. Una comunión se establece inmediatamente entre estas dos almas. Con el tiempo, Juliana y el canónigo Labrecque comprenden que Dios espera de ellos la fundación de una nueva congregación religiosa. Los miembros tendrían como misión vivir del acto de amor de Jesús dándose en la Eucaristía para enseguida hacer conocer este Corazón Eucarístico y ayudar a los otros a vivirla.

Dios da un signo decisivo

Para verificar si se trata realmente de una inspiración divina, el canónigo Labrecque pide un signo. Conociendo los deseos de Colette y su estado de salud, le aconseja de rezar por su curación, sin por ello revelarle las razones profundas de esta gestión.

El signo es obtenido: Colette es curada. El canónigo Labrecque la pone al corriente del proyecto de fundación y le revela que Juliana sería la fundadora.


El hace al mismo tiempo diligencias ante el cardenal Jean-Marie Rodrigue Villeneuve, o.m.i., entonces arzobispo de Québec.

El cardenal Villeneuve presenta varias objeciones a este proyecto y escribe una carta donde él expone sus reservas y sus reticencias. El quiere que Juliana responda ella misma a sus críticas. El 3 de diciembre 1943, Juliana responde al Cardenal. Este, maravillado de la respuesta de la joven, da la autorización para la fundación fijando la fecha para el 30 de abril 1945, a condición que Juliana pueda encontrar dos otras compañeras.

Nacimiento del Instituto y erección canónica

El nuevo instituto nace, tal que previsto, el 30 de abril 1945. La pequeña comunidad se instala primeramente en el segundo piso de una casa en Beauport antes de ocuparla toda entera.

El 7 de octubre, 1948, la Congregación es reconocida canónicamente y toma oficialmente el nombre de « Dominicas Misioneras Adoratrices ». En la misma ocasión tienen lugar las primeras profesiones religiosas. Juliana Dallaire pronuncia allí sus votos perpetuos y recibe el nombre de Juliana del Rosario.

Expansión de la Congregación

El número de los miembros aumenta sin cesar, hay que pensar a un otro lugar para vivir. La Providencia se manifiesta por la generosidad de los bienhechores y así se construye, en 1950, un gran convento que llega a ser la casa matriz del Instituto.

Y en 1952, la Congregación es oficialmente afiliada a la Orden de los Hermanos Predicadores.

A continuación, Madre Juliana del Rosario, ardiendo del deseo de ver derramarse la devoción al Corazón Eucarístico, envía sus hijas a Alberta (1955), al Perú (1962) y a Haití (1967). Hoy, la congregación está siempre presente y activa en Québec  y en Perú en Chaclacayo. Desde 1978, grupos de laicos y de sacerdotes comparten la espiritualidad y la misión de las Dominicas Misioneras Adoratrices.