Como en toda la Orden de santo Domingo, nuestra vida se articula alrededor de cuatro pilares: la vida fraternal, la vida de oración, el estudio y el apostolado.
La celebración de la liturgia – Eucaristía y canto de la liturgia de las horas – es el corazón de cada una de nuestras jornadas. Igualmente tomamos tiempo de adoración delante del Santísimo expuesto.
En y por el Corazón de Cristo, adoramos al Padre y toda la Trinidad en nombre de la Iglesia y del mundo.
Llevamos en nuestra oración nuestras hermanas y nuestros hermanos de la humanidad entera con sus alegrías, sus penas y sus esperanzas.
Juntas, llenas del Amor que se da, ejercemos diversas actividades apostólicas permaneciendo a la escucha de los acontecimientos y respondiendo a las necesidades de cada medio de vida donde obramos.